viernes, 30 de noviembre de 2007

Bandidos y leyendas


Es difícil poder contar en breves palabras la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid, los míticos bandoleros norteamericanos que durante cuatro años vivieron en Cholila, Chubut, Argentina, y que de alguna manera quisieron reinventar una nueva vida. Butch pertenecía a una familia mormona y Sundance a una familia adherente de la iglesia Bautista. Ambos se hicieron bandidos por casualidad, por falta de oportunidades y también por su sed de justicia. No hay registro de que hayan sido asesinos, solo asaltantes de bancos y trenes. Eran, según la leyenda, una especie de Robin Hood y repartían su botín con los campesinos pobres. Pero sus asaltos colmaron la paciencia de banqueros y dueños del ferrocarril y comenzaron a ser perseguidos. Formaron una gran banda de asaltantes llamada la Gavilla Salvaje o la Pandilla Salvaje. Buscando una nueva oportunidad, con el producto de su último asalto, treinta mil dólares se vinieron a América del Sur y se asentaron en Cholila como respetables hacendados. Se codearon con la flor y nata de la zona, recibieron en su casa al Gobernador del territorio, hicieron gran amistad con los muchos pobladores chilenos que habitaban la zona y todo marchaba como se lo habían propuesto, pero la Agencia de Detectives Pinkerton no los dejó en paz y los buscaron por los cinco continentes. Repartieron sus fotos en todos los países y alertaron a las policías del mundo. La recompensa eran cinco mil dólares por cada uno, vivos o muertos. Entonces sucede el asalto del banco de Londres y Tarapacá en Río Gallegos y todo se desata. Alertados de que eran buscados, abandonan Cholila y dejan atrás sus sueños de llevar una vida respetable. Tiempo después se produce un asalto en Villa Mercedes Provincia de San Luís y vuelven a ser culpados. La leyenda comienza a crearse. Se les ve en todas partes, son los autoreas de cuanto crimen o robo se produce en Argentina. Pasan a Chile, llegan a Antofagasta, se internan en Bolivia y allí, según la leyenda mueren en manos de los militares bolivianos en el año 1908 . Sin embargo la Agencia Pinkerton los sigue buscando y la muerte y las muertes de Butch y Sundance siguen en Paris, en Brasil, en Chile, en distintos lugares de Estados Unidos. Se han realizado cuatro simposios sobre los bandidos en Cholila, de ellos he asistido a tres y me queda la sensación de un gran vacío en esta historia. Hay muchos testimonios de antiguos pobladores que dicen que ellos anduvieron por territorio aisenino, ninguno se puede demostrar. Mientras algunos investigadores aseveran que ellos murieron en Bolivia, yo pienso que ellos, con veinte mil pesos argentinos de la época, tuvieron la oportunidad de radicarse en algún lugar de Chile y comenzaron en algún lugar de la zona centro sur de mi país una nueva vida. Mi ponencia este año terminó diciendo: “Señora dicen que donde, mi madre dice, dijeron, el agua y el viento dice, que vieron los bandoleros”.

En la foto la cabaña que construyeron Butch y Sundance en Cholila, en donde vivieron con los apodos de Santiago Ryan y Enrique Place junto a Etha Place la bella esposa de Sundance

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miércoles, 28 de noviembre de 2007

De Bandidos y otras Yerbas


Aquí uno de los bandidos de Cholila. No, no es Butch Cassidy, ni tampoco Sundance Kid, es Mike, un simpático norteamericano que estuvo con nosotros en Cholila. El Simposio resultó interesante, esta vez vinieron más panelistas extranjeros. Muchas cosas fueron novedosas, como la ponencia de Juan Domingo Matamala de El Bolsón, sobre Martin Shiefeld. El viaje largo y agotador pero valió la pena. Si alguna vez andan por Cholila les recomiendo alojarse en la Hostería El Trebol, a orilla del lago El Mosquito, Yiya, la dueña, encantadora y amable y el lugar es para desconectarse del mundo.Es un lodge muy sencillo pero muy acogedor que se ubica más o menos a un kilómetro y medio de Cholila. Luego mi viaje siguió el sábado a El Bolsón en donde el día domingo almorzamos todos los panelistas y periodistas en el Restaurante Martín Shiefeld. Rico almuerzo. Nosotros nos quedamos allá y alojamos en Los Helechos, un hospedaje bastante cómodo, muy central, muy limpio y con un entorno precioso y por supuesto un precio muy conveniente, apenas $80 por la habitación doble. Está en pleno centro y lo recomiendo. Muy cerca de ahí está el Jauja donde se toman los mejores helados de El Bolsón y cuyo restaurante es para fumadores ( lo que se agradece).El domingo contratamos un remis (taxi) y recorrimos gran parte de la ciudad y alrededores. Es la manera más económica de conocer un lugar ya que los taxistas quieren mostrar lo más bonito de su ciudad y uno aprovecha también de recorrer los barrios que no siempre se muestran. Desde El Bolsón viajamos a Bariloche y después a Valdivia a estar unos días con nuestra hija. Ya les contaré sobre los bandidos.