No se puede negar que la Patagonia es una tierra subyugante que nos entrega toda clase de paisajes, por el lado este, el océano Atlántico y las interminables pampas que tienen mucho encanto y por el lado oeste, el océano Pacífico y las cordilleras, los innumerables ríos y lagos y un bosque denso de colores maravillosos. El lado este que es la Patagonia argentina ,tiene buenas carreteras asfaltadas y muchas ciudades con servicios, el lado oeste que es la Patagonia chilena, tiene una gran cantidad de caminos de ripio y pocas ciudades y por lo tanto pocos servicios. Vivir acá tiene ventajas como hacer mucha vida familiar, no vivir apresurados, disfrutar la naturaleza y tiene desventajas como no tener un adecuado acceso a la salud, a la cultura e incluso no tener acceso a bienes para mejorar la calidad de vida. Salir de mi pueblo hacia la ciudad más grande de la región que es Coyhaique significa embarcarse en un transbordador y navegar dos horas y cuarto y luego otras casi dos horas por un camino asfaltado pero que en invierno se pone bastante peligroso. Navegar el gran lago Chelenco, también tiene sus inconvenientes ya que a veces el viento se pone furioso y no permite el zarpe. Esa es la gran desventaja de toda la Patagonia, el viento, y uno debe amarlo o detestarlo, aunque se puede un día amar al viento y otro día no soportarlo. He vivido toda mi vida junto al viento patagón y la verdad es casi siempre lo disfruto, siento que el viento tiene musicalidad, trae rumores, conversaciones, sonidos imposibles de imitar, pero hay días en que el viento, sobre todo el norte ,que según los poetas es el viento de los locos, nos hace la vida insoportable, nos pega en la cara, nos tira miles de piedrecillas al cuerpo y nos ensucia la casa con su nube de polvo. Cuando uno viaja por la pampa nunca sabe cuanto gastará en combustible ya que si el viento te pilla de frente, aunque tu pongas el pie en el acelerador, no avanzas o parece que no avanzas. En fin, comparto con ustedes mi sentir. Soy feliz en mi tierra, pero ya a principios de septiembre "inauguramos" la temporada de vientos y creánme que a veces se torna insoportable y uno quisiera estar a miles de kilómetros de distancia de la Patagonia