jueves, 15 de julio de 2010

La gran nevazon

El lunes pasado viajé a Coyhaique a dos importantes eventos. Por una parte fui invitada por la Comisión Bicentenario para formar parte del jurado que tenia la misión de elegir los siete Iconos regionales y por otra parte fui invitada por el Consejo Regional de la Cultura a unas jornadas conversacionales. Como ya tengo mis años y soy super friolenta casi nunca salgo de casa en el invierno ya que en el lugar en que vivo estos son muy benignos. Hice una excepción considerando que el tiempo estaba bastante bueno. Participé en la Comisión Bicentenario muy gratamente y el viernes y sábado debía particicipar en las jornadas conversacionales. Ese vienes comenzó a nevar copiosamente, no encontraba ningún taxi para movilizarme y el lugar de reunión me quedaba lejos, pero felizmente una camioneta del Consejo me fue a buscar a casa. Las calles estaban bastante resbalosas y la nieve caía con ganas. La jornada fue muy entretenida y salí de ella casi a las diez de la noche. El chofer del consejo amablemente me fue a dejar. Al día siguiente se haría una jornada de transferencia que comenzaba a las nueve de la mañana. Al levantarme ¿oh sorpresa!, la nieve acumulada superaba los 70 cm de altura ( en la parte baja de Coyhaique) y era literalmente salir de casa, no se podía abrir el portón y la calle, que por cierto es bastante empinada parecía cancha de patinaje. Debía regresar el día Domingo a casa pero me comunican que en el camino la nieve promediaba dos metros de altura ( camino cordillerano) así que debí quedarme en Coyhaique muy encerrada, sin TV, sintonizando solo una radio y recibiendo las llamadas de mi marido y mis hijos que me informaban de los caminos. Por fin el martes a las 11 de la mañana pasó el transfer a buscarme, la verdad es que la nieve en el camino era bastante poca, unos cincuenta centímetros pero muy resbalosa ya que se había escarchado y el camino en realidad es bastante sinuoso. De la hora y media que dura el viaje esta vez nos demoramos dos horas y media si es que no fue un poco más, al llegar a Puerto Ibañez tomé el transbordador y después de dos horas y cuarto llegué a mi pueblo que lucia radiante, con una leve capa de nieve y mucho sol.
Hacía años que no nevaba tanto en Coyhaique, por lo menos unos treinta años y fue bonito, solo que yo no lleve mi cámara. Lo que si me llamó la atención fue la gran cantidad de llamados a la única radio que pude sintonizar pidiendo ayuda, leña, canastas familiares, equipos de gente para despejar los ingresos a las casas etc. y recordaba los años de mi infancia y juventud cuando nevaba copiosamente y nadie pedía nada, todo el mundo solucionaba sus problemas solos o con la ayuda de sus vecinos y se formaban cadenas solidarias para despejar la nieve y poder transitar. Hoy es más cómodo pedirle TODO a las autoridades. Yo me imagino que todo el mundo se apera de leña para el invierno, que todos saben que su neva las cosas se complican, que todos saben que deben limpiar sus techos porque la nieve de por si pesa y más aún si se escarcha pero parece que la gente ya se acostumbró a la asistencialidad, a exigir que les den y ¿saben?. Ese no es el estilo del aisenino y en estas cosas se nota que estamos perdiendo esa característica de aguerridos, de ser personas valientes capaces de sobrellevar cualquier dificultad, de ser autosuficientes y por sobre todo dignos. Por estos días se anuncian bajas temperatura y más nieve. ¿Podran soportarla los actuales habitantes de mi región?.