Es muy difícil mantener una constante en la escritura desde esta equina del sur del mundo. Hoy estuvimos desconectados de internet, sin poder recibir ni hacer llamados, sin la posibilidad de leer algo interesante y mucho menos de escribir y publicar. Hubo un poco de viento, pero no tanto como estamos acostumbrados. Felizmente llegó la barcaza y en ella mi nieta Constanza que viene desde un intercambio en Canadá y que llegó ayer a Coyhaique pero no pudo viajar por Puerto Cerrado. l
La verdad es que el puerto pasa cerrado constantemente y nos llama la atención, ya que quienes hemos nacido en este pueblo lacustre, hemos viajado con muchos temporales y en días peores, pero en fin, luego de casi tres meses de que mi adorable nieta estuviera en Canadá, específicamente en Toronto, solo queríamos que llegara y poder seguir disfrutando de su alegría. Hoy también tuvimos la alegría de saber que nuestro nieto Valko Ignacio, que estudió Robótica y mecatronica, por fin pudo encontrar el lugar donde hacer su práctica y Dios mediante, hasta podría irse a presentar su trabajao a un Congreso Internacional. Puras alegrias y entremedio, la nunca bien deseada visita al dentista para una limpieza que siempre es necersaria. Les estoy hablando de cosas personales y son casi las doce de la noche, pero estoy contenta y agradecida de Dios y de la vida que me permite vivir en un remoto pueblo del sur de Chile, donde la vida transcurre plácida y serena. Ya vendran tiempos de hablar de nuestra historia. Un gran saludo a todo
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