viernes, 29 de junio de 2007

Una Mujer llamada Victoria

Victoria Moya Cáceres es una mujer "afuerina" que llegó hace más de veinte años a la región, adoptándola y adaptandose a esta tierra contradictoria como dijo Gabriela Mistral. Ella es una de las protagonistas de mi libro Huellas de Mujer en el capítulo Mujeres de Hoy. Una mujer admirable, tesonera, auténtica. Ella es la dueña de Minchos Lodge, un lugar encantador que recomiendo a quienes lleguen a Coyhaique. Ahí encontraran un entorno precioso a pocos minutos del centro de la ciudad y encontrarán además la simpatía y el encanto de esta mujer. Comparto con ustedes sus palabras:
"Nací en Talca, pertenezco a una familia muy antigua de Talca, mis tíos aún viven allá. Nosotros nos trasladamos a Santiago por la visión que tuvieron mis padres en el sentido de la oportunidad. Mi madre siempre quiso que sus hijos, tres mujeres y dos hombres fueran profesionales y sobre todo que las mujeres pudiéramos ser económicamente independientes. Eso es algo que recuerdo siempre como casi una exigencia de mi madre. El ser económicamente independientes. Gracias a eso estudie en la Universidad de Chile la carrera de geología. Hice los tres años del plan común de los ingenieros civiles en la Facultad de Ingeniería de la Universidad y después podía elegir cualquier ingeniería, geofísica, astronomía o geología, pero mi pasión eran la tierra, las rocas, los minerales. Desde muy niña, cuando estaba como en tercer año medio, mi profesor de historia empezó a hablar del origen de la tierra, de la roca, los minerales, entonces yo le dije al profesor ¿pero cómo?, si me han hablado que la tierra la hizo Dios en siete días, entonces él me dijo que me quedara a conversar después de clase y allí comenzó mi inquietud por las teorías científicas y entender esto de la formación de la tierra y del universo. A los veinte años me enamoré de un hombre 32 años mayor que yo, que es Mincho, Benjamín Astaburuaga y cuando me fui a Punta Arenas, me había titulado y ya tenía 26 años y le propuse a Mincho que concretáramos nuestra relación, pero él me dice que no, que como se me podía ocurrir proyectarme con un hombre mayor y me pregunta que iba a hacer yo cuando el tuviera 70 años. La verdad es que yo tenía las cosas muy claras. No tenía proyectado tener hijos, quería desarrollarme profesionalmente y tener a mi lado un hombre, inteligente, y que fuera un excelente compañero y Mincho tenía todas esas cualidades, además de ser muy culto y muy entretenido. Me fui a Punta Arenas y ese año de ausencia lo hizo cambiar de opinión y en 1980 definitivamente concretamos nuestra relación que duró hasta hace un año atrás cuando él falleció. Esa fue una tremenda pérdida, pero también digo con mucha alegría que por 30 años yo fui una reina. Yo estudie en una facultad en que la mayor parte de mis compañeros eran hombres y después trabajé siempre en ambientes muy masculinos y eso me hizo conocer a los hombres y concluir que una de las edades más interesantes de los hombres es después de los cincuenta años, porque a esa edad ya han logrado tener una familia, han logrado el éxito profesional y económico y a los cincuenta años comienzan recién a mirar a su compañera, a descubrir que a su lado tienen una mujer que puede ser su partner y su aliada. Y comienzan realmente a compartir con la mujer.
Dentro de mi carrera profesional me toco trabajar con muchas compañías extranjeras y la primera de ellas fue Freeport y esta empresa tenía un plan de reconocimiento de todo Chile y nuestro trabajo consistía en ir a los lugares que no habían sido explorados por otros profesionales. Después de trabajar en el desierto de Atacama durante seis años buscando oro y plata me tocó venir a esta región. Nosotros éramos chilenos y esta región era totalmente desconocida, eso era peor para los geólogos extranjeros. Era todo desconocido. Solo teníamos fotos satelitales Esto para nuestro equipo era Ice End y nuestro primer viaje fue por los fiordos en un yate, explorando ciertas islas, recuerdo que llegamos a Puyuhuapi, Cisnes, pero cuando salimos de Puerto Montt nosotros veníamos a los hielos y todos traíamos ropa como para ir a la Antártica y resulta que cada día era mas caluroso.. Nos tocó un sol espectacular, nunca nos topamos con un glaciar, era todo verde y maravilloso. Esa fue mi primera sorpresa y encontré la región maravillosa y además me toco entender que la Cordillera de Los Andes se desvía al oeste y en el fondo tú vas por las altas cumbres hacia el norte que en el fondo era el mar. Lo otro que nos llamaba la atención fue la gente, lo amable y cariñosa que era. Todo era mágico, tuvimos la experiencia de llegar a la zona de la Isla Toto, en 1983, en la noche estábamos en nuestro yate en Puerto Aguirre y vimos que venía un barco iluminado y con mucha música. Salimos a cubierta a ver de que se trataba y nos dimos cuenta que ese barco venía lleno de mujeres y las mujeres salían por las ventanas, casi desnudas y en el fondo era un prostíbulo flotante. En el muelle había muchos hombres esperando y algunos de ellos se tiraban a nado para llegar primero al barco. Después se hizo una película, La fiebre del loco, pero eso no era ficción, eso era una realidad.
Luego de hacer este viaje nos tocó una segunda exploración pero en helicóptero y así llegamos a Chile Chico, nombre que por cierto nos llamaba la atención. Comenzamos nuestro trabajo en las altas cumbres y finalmente salió la primera anomalía de oro y allí comenzó un trabajo de exploración que duró dos años. .
A mi me apasiona la minería, hoy trabajo como consultora de minería y me dedico al turismo. En el invierno trabajo en estos proyectos mineros y en el verano trabajo el turismo. Yo me enamoré de esta zona que es tan libre, me encanta la gente de Aysen, me encanta eso que tienen los habitantes de Aysen, los nacidos aquí, que tienen todo su sentir en el entorno natural, no tienen educación formal, no la necesitan, tienen la educación de la naturaleza, ellos saben cuando va a llover, cuando van a germinar las flores, de que lado viene el viento, eso no lo aprendes en ninguna universidad. La gente de Aysen tiene esa cosa maravillosa de ser parte de la naturaleza. Yo veo a Aysen como un tesoro muy escondido que está esperando que lo descubran. Sé que son varios los caminos, acá hay muchos recursos naturales. Los jóvenes necesitan oportunidades. Ahora hay mucha gente de afuera que ha comprado grandes terrenos y me gustaría ver que estos nuevos empresario le dieran la oportunidad a los jóvenes que estudiaron agronomía, ingeniería forestal, medicina veterinaria y que ellos pudieran hacer investigaciones. Es bueno el desarrollo, pero es bueno que a los habitantes de Aysen les toque esa parte del beneficio del desarrollo. Aquí en mi lodge yo ocupo preferentemente productos naturales, no pregunto mucho el precio, me interesa tener para mis huéspedes productos sanos, con aguas limpias. Acá tenemos un suelo muy rico, Hay muchos extranjeros que no pueden creer, como un bulbo de tulipán engorda el doble que en Holanda.. Cuando una va a los campos queda maravillada por la cantidad de flores maravillosas. Yo tengo este hotel, que por supuesto no es cinco estrellas, es rústico, pero esta rodeado de naturaleza y mis huéspedes quedan maravillados. Acá yo ofrezco calidad y calidez, no ofrezco muchos lujos, esto es más hogareño y ya debo rechazar reservas. Yo me quedé acá y mi proyecto de vida es irme a vivir de aquí a cinco años, a la costa del lago General Carrera o a Cochrane. Me encantan esos lugares. Chile Chico me gusta, pero el viento agrede, creo que a lo mejor elijo Cochrane para vivir. Yo creo que si me fuera a vivir a Cochrane o a la costa del lago dejaría esto en manos de la gente que trabaja conmigo y yo me dedicaría a tener un pequeño hotel allá y allí dejaría la minería. Hoy hay muchas mujeres solas haciendo emprendimientos y eso es positivo. Hemos demostrado que podemos salir adelante. Curiosamente hay muchas mujeres solas en el tema del turismo y todas muy exitosas y yo creo que es por la tenacidad que tenemos las mujeres. Yo admiro profundamente a la mujer de Aysen y me encanta oir sus historias, ver como son capaces de autoabastecerse, de salir de los problemas. Las mujeres de acá no dependen de otros para subsistir, ellas son capaces de salir adelante.
Siempre pienso que Aysen es una tierra de promisión, acá hay mucha agua y el agua es vida. Yo estoy de acuerdo con las hidroeléctricas siempre que eso sea beneficioso para nosotros. Se que habrá un desarrollo enorme en infraestructura, pero el hombre debe ser capaz de hacer cosas amigables con el entorno. No me gustaría ver tierras cultivables inundadas, pero creo que es importante tener grandes empresas.. En definitiva me quedé en Aysen y me siento parte de Aysen y realmente ya no está en mis planes irme de acá".

Y la Divina Gabriela Dijo:

“Yo me goce y me padecí las praderas patagónicas, en el sosiego mortal de la nieve y en la tragedia inútil de los vientos, y las tengo por una Patria doble y contradictoria de dulzura y desolación"

Hago mías sus palabras

jueves, 28 de junio de 2007

Un poco de rabia

El año pasado viajando a Cochrane me llamó la atención la profusión de letreros en el camino que decían No Pasar, Propiedad Privada, Cerco Eléctrico, Prohibido Pescar, Prohibido Cazar etc. Son muchos y creanme que me molestó verlos. Viví 10 años en Cochrane y NUNCA un letrero detuvo mi paso. Quise saber a quien pertenecían esos campos, desde cuando los pobladores o sus hijos se habían puesto tan egoístas y me encontré con que los campos, la mayoría, ya no son de sus dueños originales, fueron vendidos a partir del año 2003. Curiosa coincidencia. Vendidos cuando comenzó a ser un fuerte rumor de que Endesa instalaría las centrales en el Baker. Comprados por gente conocedoras de las inversiones. No, no son cualquier gringo que llegó a esta tierra como tantos y se enamoró de ella y quiso hacer una nueva forma de vida, no, no son de "esos gringos", son de "ECOINVERSIONISTAS como los llama PatagoniaLink. No me molesta que venga gente a mi tierra, no, por el contrario, necesitamos muchos más habitantes en este inmenso territorio de 110 mil kilómetros cuadrados y que apenas tiene 100.000 habitantes. Me molesta el doble discurso, por una parte la defensa férrea al medio ambiente y a la "cultura" y por otro, esto de no permitir el ingreso a sus tierras, esto de no dejar que otros disfruten de la belleza que se esconde en esos campos y que siempre estuvieron a disposición del visitante. Antiguamente los troperos en sus largos viajes hacían un fogón en algún lugar de su camino, lo rodeaban de piedras para que el fuego no se arranque y al irse apagaban el fuego y dejaban allí una tetera de lata y un poco de leña recogida para que otro caminante usara el mismo lugar y tuviera facilidades. esto era una ley no escrita pero respetada por todos. Hoy todos corren raudos en sus 4x4 y no se detienen ni siquiera a llevar al que está en el camino. Hoy las cosas están muy cambiadas y yo siento impotencia y rabia, mucha rabia. Me dirán entonces que el poblador quiso vender. Si, es cierto. Nadie le puso una pistola en el pecho para que venda, pero para una persona que vivió al filo de sus necesidades, cuyos hijos debieron emigrar a otras ciudades de la región para ayudar en la economía familiar o para buscar su propio destino, cuando esa persona es tentada por 30, 40 o 50 millones de pesos, dinero que jamás vería si sigue trabajando con sus vacas y ovejas, es muy difícil que se resista. Con esa plata hace planes, piensa en comprarse una casa en el pueblo, un vehículo y lo hace y después queda mucho más pobre que antes, porque en el pueblo debe pagar luz, agua, leña, todas esas cosas que fueron gratis en su campo. Es cierto, no tenían los adelantos y comodidades del pueblo pero vivían mucho mejor. Siempre digo que en Aisen se debió "educar" a los pobladores a partir de la apertura de caminos, enseñarles que estaban sentados en un pozo de oro en sus campos, que no vendieran, que dedicaran una parte al turismo, que se asociaran que diversificaran su economía. Hoy vemos como quienes les compraron las tierras están dedicados al turismo con gran éxito. Si, me da rabia y no pude dejar de expresarla en mi entrada anterior.

Recado para un gringo

Caminaba por la huella ,rumbeando pa’ mi destino,
mi caballo muy cansado, yo, con el cuerpo dolido,
recordando aquellos años de tropero en los caminos.
Me baje de mi montura
y le di descanso a mi bestia.
Como hacía algunos años que no andaba en esos lares
me encontré todo alambrado y mucho letreros PARE.
Me llamó mucha atención la profusión de letreros,
unos pocos del gobierno y otros tantos muy ladinos.
Propiedad privada dicen, no pasar decían otros
Y me parecieron mezquinos.
y me pregunté desde cuando
El Baker tenía dueños.
Quise armarme de un fogón y cebarme algunos mates,
ahí mismo llegó un peón con cara de mal talante.
Me dijo medio altanero, ¡usted debe retirarse!.
¡Oiga amigo cálmese , le dije con voz pausada,
¿Desde cuando que este río, le pertenece a alguien?.
Mire don, me dijo el hombre, yo solo cumplo las órdenes.
Un gringo compro estos campos y no deja pasar a naiden.
Ahí mismo me enfurecí y quise yo encapricharme.
¿Que se cree el hombre ese, pa’ hacerse dueño del Baker?
Recordé cuando llegaron, los gringos hace algunos años.
Muchos llegaron mansitos, como corderitos nuevos.
Conquistando la confianza de los hombres pioneros
a quien contaba sus sueños,
tener su propio terreno, arrancarse de la ciudad
y vivir tranquilo y sereno.
Cuando el joven poblador le contaba de sus pagos,
El gringo estaba pensando,
a este, con pocos pesos, le quito todo su campo.
Y así llegaron los gringos, buscando ser dueños de algo
Y cuando lo consiguieron, levantaron alambrados,
Le pusieron los candados y al diablo con adelantos.
Hoy en mi tierra querida
Los parajes son ajenos,
ya no se puede sestear bajo un coigue o de un maitén,
y los letreros insultan a los hijos de mi AYSÉN.
Hasta hace muy pocos años, aquellos viejos pioneros,
no ponían ni un letrero y uno se sentía dueño,
aunque fuera por un rato, de algún paraje de ensueño.
Por eso yo canto ahora con un dolor en el pecho
Mi tierra, mi propia tierra, pertenece a un extranjero,
Ese que nunca supo, de sacrificios ni anhelos,
ese que llegó en avión, cuando todo estaba hecho.
¡A usted no le pertenecen, ni los ladridos del perro!.
Aquí la tierra fue conquistada, por hombres de pelo en pecho
Y no queremos un futre, que venga a poner letreros
El Baker es de nosotros, los hijos de pioneros
Y para poder dominarlo, se requiere ser chileno.
Usted que llegó hace poco, que no sabe que es sudar,
usted no tiene derecho ni siquiera a protestar
cuando un hijo de esta tierra,
criado en la soledad
le diga un dia cualquiera
¡usted no debe pasar!



Viajando a Cochrane el 7 de Septiembre de 2006.

miércoles, 27 de junio de 2007

Nerudianas desconocidas

En Chile Chico tenemos un notario-poeta, Se llama León Ocqueteaux y es un poeta prologado en Chile y el extranjero. Un lujo para nosotros. es mi vecino y un estudioso de la poesía y esto que les transcribo lo publicó en la Revista Ecos del Viento, una revista que hacemos un grupo de personas de la localidad. Es interesante.


NERUDIANAS DESCONOCIDAS.

Generalmente Neruda, jamás adelantaba el nombre del libro que estaba preparando o escribiendo. Lo consideraba de mal agüero. ¿Superstición de poeta?. Sin embargo en su juventud anunció dos que no se concretaron: Helios y Caja de Naipes.


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¿Sabía Usted que de los 20 poemas, su preferido era el número trece? “He ido marcando con cruces de fuego el atlas blanco de tu cuerpo…”


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Creo, que son muy pocos, los que conocen que el título original de Residencia en la Tierra, era “Colección Nocturna”; que después utilizó para uno de sus poemas.

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En su campaña presidencial 1969, cuando fue proclamado en Antofagasta, cuenta Andrés Sabella, que un escolar de cortos años, ante la aglomeración de gente que en la plaza rodeaba al Poeta, preguntó ¿Quién es Pablo Neruda?. Alguien le explicó: Es el Poeta más grande de Chile. Y el niño le respondió: No, no es verdad, el Poeta más grande de Chile es Gabriela Mistral. Cuando Neruda supo esta anécdota la celebró a carcajadas y dijo: “Cuando estemos en el Valle de Josafat se lo contaré a la vieja para que se ría”.

martes, 26 de junio de 2007

La Isla de los Muertos


Era una hermosa mañana de la primera semana de septiembre de 1905, y el cielo azúl y la cálida brisa anunciaba la retirada del invierno. En la playa de Dalcahue los hombres acudían presurosos a la embarcación que los llevaría hasta el Baker. En la orilla, decenas de mujeres y de niños los despedían con sus pañuelos, gritos y besos lanzados al viento. Ellos estaban felices. La Compañía Baker había hecho un enganche que duraría seis meses. Seis meses de trabajo que significaba ganar una buena cantidad de dinero haciendo postes de ciprés y construyendo una senda. Eran habituales estos enganches, pero todos eran para la Patagonia Argentina o para Punta Arenas. Esta vez, ellos irían al norte de Magallanes, a un lugar desconocido por todos. La playa era un hervidero de gente, ruidos, llantos, risas, conversaciones: ¡adiós papá, que le vaya bien!, ¡Suerte tío, lo esperamos en abril! ¡Cuídate hijo, el tiempo pasa pronto y te estaremos esperando!.¡Adiós amor!, adiós, adiós.
Mientras los botes cargados con hombres y bultos, se arrimaban a la embarcación, las gaviotas con sus graznidos parecían despedirlos. Ninguno conocía el punto de destino, solo sabían que irían al sur de la Península de Taitao y según les habían dicho, era un hermoso lugar.. El barco levó las anclas y con su característico pitazo partió dejando atrás a los seres amados. Se embarcaron doscientos hombres, la gran mayoría de ellos, jóvenes, casados y padres de familia. Se sentían elegidos porque fueron muchos los que se inscribieron con el funcionario de la compañía para este trabajo. Comenzó el viaje con buenos augurios. El mar estaba calmo y casi todos se encontraban en la cubierta, conversaban, alguno cantaba y otros en silencio contemplaban el paisaje de verde y azul. Esa primera noche en el barco fue de calma y todo marchaba bien. Sin embargo el cruce del Corcovado y luego en el Golfo de Penas la situación cambió drásticamente. Hacinados en las bodegas, mareados algunos y con mucho cansancio, solo esperaban capear el temporal y llegar a su destino.
Pero todo pasó y el barco penetró en el Canal Baker y luego de algunas horas de calmada navegación llegaron al fin a Bajo Pisagua. En ese lugar los esperaba una pequeña rancha en la que debieron permanecer los primeros días en tanto aserraban la madera para construir una barraca. El lugar era una pequeña planicie al pie del cerro Las Heras. Después de esa planicie la selva se hacía impenetrable y por delante el mar golpeaba fuertemente y el imponente río Baker rugía en su desembocadura. Trabajaron febrilmente, el ruido del hacha se confundía con las voces de aquellos esforzados chilotes y con las aves que en abundancia habitaban en el lugar. Chucaos y otras aves animaban cada mañana. Pronto la casa estuvo terminada y se comenzó el aserreo de durmientes de ciprés, la construcción de un muelle y la habilitación de un camino que los conectaría con el Valle Colonia. Los días se hacían cortos y todos estaban alegres. Por jefes momentáneos tenían a Florencio Tornero y dos jóvenes ingleses.
Pasó el tiempo y llegó la época en que debían retornar. Una mañana de mayo aparece William Norris, un inglés que era el capataz de las faenas y que había ido al norte de Argentina a buscar una gran tropa de animales. Norris al llegar se espanta de ver a todos esos hombres ahí. El había ordenado que ellos partieran a fines de abril y ya era fines de mayo. Preguntó las causas de la no partida; simplemente Tornero, quién era el encargado de contratar un barco en Punta Arenas no había querido salir en su búaqueda. Norris revisó los alimentos y comenzó a racionarlos. Podía suceder que el barco no llegara muy pronto y era necesario asegurar el alimento para todos. Pasaban los días, Tornero , obligado por Norris ,había partido a buscar un barco y nada sabían de él. Cada mañana era una esperanza de ver aparecer el humo del vapor que vendría a buscarlos y cada atardecer era la desesperanza de que el vapor no llegaba. La lluvia incesante parecía una cortina puesta por la mano del destino para no ver el horizonte. De pronto los hombres comenzaron a sentirse enfermos, primero uno, luego otro. Comienzan a fallecer de a poco. Pasan y pasan los días y los meses, mayo, junio, agosto. Para esa fecha ya habían fallecido 70 hombres, 28 en un día. El dolor, la angustia, y la desesperanza eran grande. Los más fuertes construían improvisados ataúdes y acudían a enterrar a los muertos a una isla cercana en donde había espacio. Y cada entierro era también su propio entierro en la espesura de sus almas. ¿Seré yo el próximo? ¿Moriremos todos se preguntaban ellos? El barco no llegaba. Algunos querían tomar el bote y salir por su propia cuenta a buscar a la muerte. La alimentación se terminó, solo quedaba una bolsa de harina y algunos kilos de porotos. Los más osados, buscaban yerbas para alimentarse. Nadie se atrevía a salir a cazar o acudir en bote a La Colonia en donde había animales y abundante comida.Como el viaje en un bote a remo río arriba demoraba siete días,temían que si lo hacían, podía llegar el barco y quedar rezagados. El Baker rugía con más fuerzas, como burlándose de esos desamparados hombres. Ya no quedaban lágrimas ni oraciones. Dios no quería escucharlos. Eso era un infierno. El paraíso al que llegaron se había convertido en un infierno en donde la muerte rondaba cada día. Pasa septiembre y por fin una mañana de octubre aparece el vapor. Los hombres ni siquiera sintieron alegría, ya estaban resignados a morir en ese lugar. Se embarcan con las pocas fuerzas que les quedaban y parten a Dalcahue. En el viaje algunos compañeros fallecen, otros lo hacen después de arribar. El enganche de la muerte había terminado. El infierno había quedado atrás y de los doscientos hombres, solo un poco más de cien regresaron a sus hogares. A la llegada del barco, nuevamente una multitud se congregaba en la playa. Pero esta vez, las gaviotas graznaban anunciando la muerte, los gritos eran desgarradores, las mujeres lloraban y los hombres, cabizbajos, apesumbrados, bajaban en los botes hasta la playa. Abrazos apresurados, lagrimas en los ojos y el dolor, el dolor de tener que decirle a muchos que sus parientes no volverían nunca más.

El mar golpeaba con su melódica rutina la costa de Dalcahue y cada ola era el eco de las voces de tantos que quedaron para siempre en la Isla de los Muertos
La Foto es de 1908, tomada por William Norris y retrata la llegada de un bote a Bajo Pisagua. Ese fue el último año de funcionamiento de la Compañía Explotadora del Baker

lunes, 25 de junio de 2007

Tehuelche

Cuando el viento se amordaza tras los cerros,
Y el silencio acuna su murmullo.
Cuando el sol se esconde tras el cielo,
Y la luna se retrata sobre el lago,
Te imagino aonikenk, tehuelche, hermano,
Jinetes de los valles,
Esperando un mañana
Persiguiendo las manadas de guanacos
Con tu arco y tus flechas de obsidiana.
Te imagino también en tu reposo,
En el silencio inmenso de los cerros,
Pintando manos y guanacos misteriosos
Alumbrado tal vez por cien luceros.
Y cuando el viento allá entre los cerros suelta su mordaza
Yo siento las voces de los de tu raza
Que pasan diciendo:
Mas Itanko, Ias Nikeu, Guet i Keu Kenk.
Y entiendo tu idioma sin haberlo hablado,
Porque hablas de algo que los dos amamos,
Y dices muy quedo, con tu hablar pausado:
Adiós Tierra mía, Tierra querida, tierra de mis antepasados