Hola amigos, el sábado pasado, Rodrigo de los Reyes publicó en su columna del diario El divisadero de Coyhaique sus reflexiones de un viaje a Península Valdés que yo quiero compartir con ustedes, ya que es para meditar un poco lo que estamos haciendo en Patagonia en pro del turismo. Rodrigo es abogado, fanático de las motos y fanático de la fotografía. Recorre la Patagonia en su moto, fotografiando distintos lugares y en su blog nos entrega las imágenes que va captando. Me gustó esta columna y es por eso que se las entrego a ustedes para que den o se formen su opinión
PENINSULA VALDES: La última utopía verde mar
Sábado 7 de Febrero del 2009
Por Rodrigo De Los Reyes Recabarren rodrigodlr@patagoniachile.cl
Inspirado por los libros del fotógrafo Alberto Patrián o por la singular película “La Puta y la Ballena” del cineasta argentino –autor de la “Historia Oficial”- Luis Puenzo (casi desconocida en su patria de origen) levanté velas y solté las amarras para dirigirme a Península Valdés y recorrer el Golfo Nuevo, fotografiar orcas y pingüinos y conocer en Pto. Pirámides el Viejo Hotel Español, en cuyas habitaciones se filmaron algunas escenas de la película en cuestión. Durante un año preparé dicha expedición con todo tipo de información y detalles. Península Valdés no es un lugar cualquiera. Es un territorio declarado como “Sitio del Patrimonio Natural de la Humanidad” y está bajo la protección de la UNESCO desde 1999, lo que no se nota. Tal vez porque la UNESCO, desde que el ex presidente Busch, el “primer terrorista del planeta” como lo llamó Tomás Hirsch, se gastó en guerras los recursos para el pan y la cultura, dilapidando en armas que matan y asesinan niños, ancianos, destruyen familias y especies únicas en el planeta, que la UNESCO desde entonces anda venida a menos.
Mediante dólar en contra logré llegar a Pto. Madryn y de ahí luego de informarme (desinformarme) en la Secretaría de Turismo de la Nación partí a Punta Norte, lugar donde existe un antiguo Faro y una colonia de lobos marinos o leones marinos –que son impresionantemente atacados por orcas feroces- y en esta etapa del año se aparean y procrean lobitos. Salí de madrugada de Madryn, sabio consejo que me permitió, por sobre citadinos turistas de Europa, fotografiar maras (una liebre grandota, ché), guanacos, martinetas (nada que ver con Canal 4 Rocco TV) y halcones colorados. Llegué a un área protegida. Sin embargo la información nunca dijo que extranjeros –chilenos- pagamos $45 pesos por ingresar a Península Valdés, cuando los nacionales –argentinos- pagan ¡¡¡$2 pesos!!! ¡!!Odiosa discriminación que nosotros, en nuestra patria, no hacemos!!!...¿¿¿De qué integración me hablan!!!???...¡¡¡De qué MERCOSUR!!!
Mi acción fundacional fue ir a conocer el faro, emblemático candil orientador de antiguos buques y carabelas galesas, que llegaban a estas costas feroces del sur del sur del mundo. ¡Nada! Un somnoliento guardafauna, al que pilló el sol del atlántico con un termo bajo el brazo, en otro un mate a medio cebar (debería aprender a cebar mates con los amigos de “vientopatagón”) y un libro sobre aves colgando de un hombro me explicó que el faro está en territorio “de privados” y que para llegar a él hay que viajar como 50 kilómetros a Punta Delgada, a una estancia particular, y luego de pagar una entrada y consumir en el parador de la estancia “le organizan una expedición para turistas, ché” para regresar vuelta 50 kilómetros y poder conocer el faro!!!! ¡¡¡A la puta!!! dije, ya que me había contagiado con el acento, viste, y me fui a fotografiar los condenados lobos que estaban que se las pelaban rugiendo y apareándose –oliendo a zoológico capitalino en Febrero caluroso, como si fuera un gran chiquero al lado del mar, bajo el calentamiento global.
Historias más historias menos, Península Valdés no escapa al mundo globalizado y cuyo becerro de oro es el lucro. Inmensos territorios donde antaño cazaba pumas y choiques el tehuelche o más tarde el gaucho desheredado, luego fueron colonizados y ahora somos extranjeros en nuestra tierra. Estancias que se forjaron con esfuerzo, explotación y aislamiento se han convertido en lujosos emprendimientos comerciales donde bellas señoritas vestidas como peones gauchos de estancia rica -claro que con lindos diseños y delicadas prendas- ofrecen el buen cordero patagónico, la sopaipilla y otras exquisiteces, previo pago del buen “guan dólar” mientras el chilote que pasa por gaucho argentino, renegando o negando sus orígenes chilensis, suda la gota gorda, asando los bichos con un “disfraz” con una talla menor que incluye alpargatas y albas blusas. ¡triste destino de una América que cada día debería estar más unida!
Pero no todo es pesar. Aún quedan en Península personas con vocación latinoamericanista como Victoria y Gerardo, que “norquean” con las ballenas y cuidan de ellas o como Julián y Gonzalo que administran la más grande y hermosa pingüinera en una hacienda privada –San Lorenzo- y no discriminan si eres argentino o chileno. Te dan todas las facilidades para fotografiar. Como Vanina Gross en La Elvira. Aún quedan restos de Unidad en este continente que debe comenzar a escribir su nueva historia.
Danka:
ResponderEliminarHermoso viaje te pegaste... ¡Felicitaciones!
Hola Patagonialink: No sé si leiste bien pero yo no he viajado hace rato, el viaje lo hizo mi amigo Rodrigo y me gustó su columna y decidi publicarla. ¿Cómo estás?. te leo siempre pero no dejo comentarios.¿que te pareció lo del Chaiten hoy?. Por acá en un nuevo proyecto, con planes de ir a Villa O'Higgins, planes que se vieron truncados por la lluvia que rompió los caminos pero de todos modos me voy el domingo. Un abrazo.
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