No tengo palabras para expresar mi admiración por Felipe Cubillos, un hombre exitoso, que dejó todo después del gran terremoto de febrero del 2010 para ir en ayuda de tantos que necesitaban de una mano generosa para superar la advesidad. Hoy se cumple un año de la trágica muerte de Felipe Cubillos en el accidente del Caza 212 en el que murieron 21 personas. Por estos días hemos visto muchos homenajes, la mayor parte centrados en Felipe Camiroaga y su equipo, pero yo simplemente quiero destacar la hermosa labor del Desafío Levantemos Chile ,encabezado por Felipe Cubillos.Ya lo dije, no tengo palabras para expresar mi admiración por este hombre y es por ello que simplemente transcribo parte de su columna en el diario La segunda, publicada pocos días antes de aquel fatal accidente.
"Soy un convencido de que la derrota de la
libertad no se debe a la fuerza de sus enemigos, sino que a la debilidad
de sus defensores", se lee en el último párrafo del "manifiesto
político" de Cubillos".
Soy un indignado
Pertenezco a ese grupo de
chilenos que después del terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010
nos hemos dedicado a ayudar a levantar escuelas, jardines infantiles,
botes de pescadores y comercios que fueron destruidos por la fuerza de
la naturaleza. Hemos sido miles los que hemos dedicado nuestro mejor
esfuerzo, nuestra pasión y nuestro compromiso en ayudar a volver a
levantar a Chile. Lo hicimos desde la alegría y desde nuestra libertad.
Muchos
lo hicimos donando a Teletón, Desafío Levantemos Chile, a Un Techo para
Chile y a muchas organizaciones de la sociedad civil. Miles de jóvenes
se volcaron a ayudar a miles de familias chilenas, y nos conmovimos con
el sufrimiento, pero sobre todo nos cautivamos con el compromiso de
tantos por reconstruir nuestra sociedad. Sabemos que todavía nos queda
mucho por hacer.
Soy un indignado, porque trabajamos sin descanso
para que ningún niño chileno perdiera su año escolar en 2010, y junto a
mucha gente lo logramos. Pero un año después vemos que miles de nuestros
jóvenes están a punto de perderlo.
Soy un indignado, porque
logramos levantar escuelas caídas para que nuestros niños pudieran
estudiar, pero un año después otros las queman.
Soy un indignado,
porque trabajamos sin descanso para levantar los pequeños comercios
devastados por el terremoto y tsunami para que los emprendedores se
volvieran a levantar, pero un año después veo a cientos de comerciantes
como ellos que sufren los destrozos de sus locales cada vez que hay una
protesta callejera.
Soy un indignado, porque un joven inocente ha
perdido su vida tan sólo por haber estado en el lugar y momento
equivocados -mientras escribo esta columna, nos acabamos de enterar de
que la bala que mató al joven Manuel Gutiérrez salió del arma de un
carabinero; ojalá tengamos la mesura para condenar un hecho puntual, y
no a una institución completa, pues si es así, escalemos también hasta
los organizadores de las protestas.
Soy un indignado, porque vimos
cómo nuestros carabineros evitaban los saqueos en los días posteriores
al terremoto, y ahora vemos cómo delincuentes, escondidos entre los
estudiantes, los atacan sin piedad en cada protesta.
Soy un
indignado, porque, pese a todos los problemas que tenemos como sociedad,
hemos tenido avances notables en las últimas décadas, y hoy nadie se
atreve a reconocer su paternidad o maternidad.
Soy un indignado,
por esos pseudoempresarios que engañan a la gente, sobre todo a los más
pobres, renegociándoles sus condiciones sin ni siquiera preguntarles.
Soy
un indignado, porque conozco a muchos emprendedores de la educación
subvencionada que, precisamente por hacerlo mejor que los colegios
estatales (sí, los municipales también son estatales), hoy día corren el
riesgo de tener que cerrar sus colegios.
Soy un indignado, porque
muchos de los parlamentarios de nuestro país han renunciado al
liderazgo y responsabilidad que les otorgamos en las urnas.
Soy un
indignado cuando veo al presidente del Colegio de Profesores
defendiendo una supuesta calidad de la educación, cuando el gremio que
preside se niega a evaluarse.
Soy un indignado, porque no estamos
discutiendo las verdaderas y profundas razones de la pésima y desigual
educación que les estamos entregando a nuestros jóvenes, quizás porque
llevamos años usando a la educación como caballito de batalla de la
política de turno.
Soy un indignado, porque, salvo honrosas
excepciones, hemos caído en la política de las encuestas y el Twitter, y
hemos renunciado a defender las convicciones. ¿Qué tal si los políticos
apagaran por unos días sus computadores y se dedicaran a defender sus
convicciones?
Hoy día hablo por mí, y sólo por mí, porque además
creo que no somos muchos los que en estos tiempos creemos en la
libertad; sí, esa libertad para emprender, para equivocarse, para
educar, para enseñar y para aprender.
Soy un convencido de que la
derrota de la libertad no se debe a la fuerza de sus enemigos, sino que a
la debilidad de sus defensores".
Gracias Felipe Cubillos. Gracias Desafío Levantemos Chile.