viernes, 15 de abril de 2022

El baño araucano a la luz de la luna

 

Sigo con los relatos de la señeora E. que son bien entretenidos



 

Hace muchos años teniendo una chica araucana en casa, le dí una toalla y jabón diciéndole que se vaya a bañar  al estero que pasaba cerca de la casa. Creo que el baño de ella era un poco distinto al baño de Cleopatra, pues me dice que no puede bañarse rápido, porque esta acostumbrada a sentarse largo rato en el agua para aflojar el piñén y después restregarse con la arena suave del río. Total que cuando volvió la vimos con una gran camisón que más bien parecía una mortaja de esos tiempos.  Cuando la veo mojar todo el corredor le pregunto porque no se ha secado con la toalla, me contestó que estaba tan limpio el mantel que no se había atrevido a usarlo. Cuando después le pregunté si se había sacado el famoso traje de baño, me miró muy asustada y me  pregunto si yo conocía el cuento del Pillán y me  contó: Nosotros no bañar sin camisa gruesa porque venir el Pillán y me cuenta emocionada. Dicen que la hija del cacique, que era muy bonita, se bañaba siempre en el río y de noche cuando había luna, se quitaba el camisón para verse reflejada en el agua y nadar. Pero una vez que se bañaba con luna llena y estando, contemplándose y cantando su canto triste, le salió el Pillán y no sé que paso que quedó #encantada# por mucho tiempo y que un brujo le hizo algo que no se supo nunca, pero lo cierto es que a la llegada de la siguiente primavera tuvo una guagua, que cuando la vio el cacique se la quitó y la quería matar delante de ella, porque decía que era la ofensa más grande, pues tenía unos lindos ojos azules y la piel no tenía el color de su raza. Se cuenta que ella siempre , en las noches de luna iba al río para ver si aparecía el famoso Pillán, pero nunca regresó. Y un buen día ella  no volvió del río y cuentan, que la encontraron ahogada con su hijo en los brazos. Yo creo que ella se dio cuenta que el Pillán ya se había olvidado del embrujo y andaba pillando en otras partes lejanas. .

Allí me di cuenta que sería lo mejor que siguiera bañándose con esa mortaja y nunca en un momento nocturno.

Nunca olvidaré el antiguo traje de baño, una vez que me acerqué adonde estaba colgado secándose y le ví en el extremo unos cuantos cordones gruesos y pensé que estaban muy bien hechos para contrarrestar la pillería del Pillan.

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