Hoy me he puesto a pensar en el proceso de colonización de Aisén. En las tremendas dificultades que tuvieron los primeros pobladores para llegar hasta la zona, transitando por la República Argentina en viajes que muchas veces duraban años. También me he puesto a pensar en la cultura ganadera de nuestra región, en nuestras arraigadas tradiciones campesinas. Es cierto, nací en una familia que no tuvo que ver con el campo, pero crecí rodeada de campesinos en mi pueblo, cuyas únicas actividades en mi infancia eran la ganadería y el comercio. Crecí escuchando hablar de señaladas, pialaduras, rodeos, troperos, jineteadas. Luego, cuando me fui a vivir a Cochrane esa vivencia se hizo mucho más fuerte. Allá mis amistades provenían en su mayor parte de gente criada en el campo. Siempre me sentí admirada de tantos conocimientos, de la sencillez de sus vidas, de la facilidad que tenían para sortear dificultades de toda índole. En Cochrane comencé a ir a señaladas, a disfrutar las fiestas con acordeón y guitarra, a hacerme adicta a la ranchera, un baile precioso, a la poesía campesina que en su sencillez es un dechado de consejos o bien nos transmiten historias. Muchas veces fui a lo que era la Estancia Baker, después Estancia Lago Bertrand, por último Estancia Valchac. Esa estancia estaba dividida en numeroso cuadros o potreros de grandes extensiones como “el 18”, “el Hunco”, “la cerrillada”, “el cuadro grande” etc., todos lugares que estaban a cargo de un capataz y algunos trabajadores. Hoy eso se terminó y yo acuso a doña Cristine MacDewitt de Tompkins de haber atentado contra nuestra cultura, contra nuestras tradiciones, contra nuestra forma de vida. Hoy hay grandes extensiones de tierra sin alambrados, ya no hay movimientos de animales, ya no hay troperos, ya no hay arreadores, ya no hay esquiladores, ya no hay faenas de señalada, de marcación, de capa. La dieta principal de los aiseninos y sobre todos los del sur de Aisén era la carne de capón y estos se compraban principalmente en la Estancia Valle Chacabuco. Hoy quedan pequeños campos que mantienen unas pocas ovejas y a todos los que están en las cercanías del campo de doña Cristine les acecha el peligro que los pumas y zorros que ella cuida tanto, les coman los corderos. Tengo miedo a esta compra de doña Cristine, tengo miedo porque además está comprando en la frontera argentina, tengo entendido que ya compró la Estancia Sol de Mayo y va por más, y va a llegar el día en que también saque los alambres y derribe los hitos fronterizos y vamos a tener serios conflictos con nuestros vecinos. En los albores del Siglo XX Aisén perdió territorio, lo mismo que Magallanes, por la costumbre de los estancieros propietarios de tierras colindantes en ambas fronteras, de sacar los alambres. No me gustaría ver que suceda lo mismo. Yo acuso a doña Cristine y a su marido el señor Tompkins, de no cuidar lo principal que tiene esta región: sus habitantes, sus tradiciones, su cultura. Me parece bien cuidar a los guanacos, zorros y pumas pero Aisén tiene enormes reservas de tierras para ello ¿para que destruir entonces la fuente de trabajo de casi medio centenar de familias campesinas y romper de un porrazo con nuestras tradiciones? Me alegra haber escrito la historia de esa estancia antes de que la compraran los Tompkins, al menos hay un referente escrito para los futuros reclamos. Aisen, tierra de gauchos pero donde también se acentuó la chilenidad, La foto de estos huasos lo acredita.
Como hija de Aisén y originaria de la zona del lago General Carrera (Chelenco) quiero ir contándoles un poco de nuestra historia y espero que sea del agrado de quienes visitan este blog
miércoles, 18 de julio de 2007
Yo acuso
Hoy me he puesto a pensar en el proceso de colonización de Aisén. En las tremendas dificultades que tuvieron los primeros pobladores para llegar hasta la zona, transitando por la República Argentina en viajes que muchas veces duraban años. También me he puesto a pensar en la cultura ganadera de nuestra región, en nuestras arraigadas tradiciones campesinas. Es cierto, nací en una familia que no tuvo que ver con el campo, pero crecí rodeada de campesinos en mi pueblo, cuyas únicas actividades en mi infancia eran la ganadería y el comercio. Crecí escuchando hablar de señaladas, pialaduras, rodeos, troperos, jineteadas. Luego, cuando me fui a vivir a Cochrane esa vivencia se hizo mucho más fuerte. Allá mis amistades provenían en su mayor parte de gente criada en el campo. Siempre me sentí admirada de tantos conocimientos, de la sencillez de sus vidas, de la facilidad que tenían para sortear dificultades de toda índole. En Cochrane comencé a ir a señaladas, a disfrutar las fiestas con acordeón y guitarra, a hacerme adicta a la ranchera, un baile precioso, a la poesía campesina que en su sencillez es un dechado de consejos o bien nos transmiten historias. Muchas veces fui a lo que era la Estancia Baker, después Estancia Lago Bertrand, por último Estancia Valchac. Esa estancia estaba dividida en numeroso cuadros o potreros de grandes extensiones como “el 18”, “el Hunco”, “la cerrillada”, “el cuadro grande” etc., todos lugares que estaban a cargo de un capataz y algunos trabajadores. Hoy eso se terminó y yo acuso a doña Cristine MacDewitt de Tompkins de haber atentado contra nuestra cultura, contra nuestras tradiciones, contra nuestra forma de vida. Hoy hay grandes extensiones de tierra sin alambrados, ya no hay movimientos de animales, ya no hay troperos, ya no hay arreadores, ya no hay esquiladores, ya no hay faenas de señalada, de marcación, de capa. La dieta principal de los aiseninos y sobre todos los del sur de Aisén era la carne de capón y estos se compraban principalmente en la Estancia Valle Chacabuco. Hoy quedan pequeños campos que mantienen unas pocas ovejas y a todos los que están en las cercanías del campo de doña Cristine les acecha el peligro que los pumas y zorros que ella cuida tanto, les coman los corderos. Tengo miedo a esta compra de doña Cristine, tengo miedo porque además está comprando en la frontera argentina, tengo entendido que ya compró la Estancia Sol de Mayo y va por más, y va a llegar el día en que también saque los alambres y derribe los hitos fronterizos y vamos a tener serios conflictos con nuestros vecinos. En los albores del Siglo XX Aisén perdió territorio, lo mismo que Magallanes, por la costumbre de los estancieros propietarios de tierras colindantes en ambas fronteras, de sacar los alambres. No me gustaría ver que suceda lo mismo. Yo acuso a doña Cristine y a su marido el señor Tompkins, de no cuidar lo principal que tiene esta región: sus habitantes, sus tradiciones, su cultura. Me parece bien cuidar a los guanacos, zorros y pumas pero Aisén tiene enormes reservas de tierras para ello ¿para que destruir entonces la fuente de trabajo de casi medio centenar de familias campesinas y romper de un porrazo con nuestras tradiciones? Me alegra haber escrito la historia de esa estancia antes de que la compraran los Tompkins, al menos hay un referente escrito para los futuros reclamos. Aisen, tierra de gauchos pero donde también se acentuó la chilenidad, La foto de estos huasos lo acredita.
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Danka, me admira tu franqueza.
ResponderEliminarY como siempre, qué interesante es leerte.
Esto de Tompkins...en el rato que tardo en escribir este comentario seguramente el tipo habrá ganado más plata que la que nosotros en la vida.
Mientras haya quien venda el tipo comprará...unos piensan para bien otros argumentais que para mal.
Como en la escuela, un alumno te pregunta:
¿La historia se repite?
Me pregunto si ¿Quien antes permitía grandes latifundios ahora repite la historia...?
Sigo atento
Efectivamente Guanaco la historia se repite, ayer fue José Menendez y Mauricio Braun, hoy son Benetton y Tompkins. Da que pensar en el poco cuidado de nuestras autoridades. Yo no sé si en españa se produce esto de concentrar la tierra en dos o tres manos. Creo que es malo eso de entregar la autorización a un extanjero para que compre tierras de frontera y es peor que este extranjero haga lo que se le dé la gana. Me gananaré enemigos con mi postura, pero de todos modos prefiero decir lo pienso. Yo cambié mi postura de opositora a las represas a una de "si, ya, pueden hacerla bajo estas y estas condiciones" pero es preocupante que hoy en día todas estas empresas estén solicitando el uso de las aguas de cuanto río encuentran en mi región. de pronto nos vamos a llenar de represas. Toda la culpà la tiene la carretera austral que les abvrió el petito a estos inversionistas, la mayor parte extranjeros. Un abrazo.
ResponderEliminarMás que la Carretera Austral como fin culposo y culpable, diría que se emplazó ésta dentro de una estrategia de conexión unitaria nacional, y se sigue hanciendo...para que empalme a la gran carretera de Chile, y eso me parece identitario y magistral. Por supuesto si tienes 40 sandías y te colocas al borde del camino las vendes y ganas por sobre los que no tienen ni una sola, o, es más, salen al camino a comprártela a ti...eso pasa con el acceso y las vías en todo el mundo...
ResponderEliminaren los años 60' ya se hablaba de Aisén como zona energética: aluminio decían el mundo DC. En los 8o' paralelo a la construcción real de la carretera, y no la construcción política de los gob. anteriores, una elite empresarial se arregló los derechos de aguas a través de mediadores y representantes políticos activos, (continuidad DC). Hoy está todo a punto y la Carretera es aliada de las grandes inversiones transnacionales y casi enemiga de la novísima y cristalizada ideosincracia de Aisén y de la idea de potestad nacional...
Españoles y Gringos por doquier....
Pinochet no estaba mal en su odio a la política; a él lo acusan de asesino mientras mandos medios hacían sendos negocios. Quién acusa en este país a los vende patrias, quién se da cuenta de lo que está en juego aquí...quién
Todo se tergiversa, es casi imposible saber qué está pasando en realidad y cómo decía mi abuelita: si no entiendo, no es por que yo sea tonta, es por que me están mintiendo.
ResponderEliminarHola Luxumei:Debes saber que no estoy en contra de la carretera, al contrario, admiro esta gran obra del Gobierno Militar y como tú dices ellos fueron los constructores reales. Lo que me da rabia es que a partir de la apertura de estos caminos el apetito se abrió en demasiadas personas y tal vez, nosotros los aiseninos, acostumbrados a vivir en el aislamiento, no estábamos preparados para ver y sentir estas ansias de tenerlo todo. Nunca envidiamos a los pobladores que tenían campos preciosos en lugares divinos, de alguna manera, esos campos, no pertenenciendonos, eran parte nuestra. Hoy eso no sucede y se transgreden las leyes no escritas de la patagonia aisenina, esas leyes que hablan de hospitalidad, de acoger, de ser solidarios y yo no encuentro solidarios a quienes teniendo la opción de dar un trabajo tradicional decidan simplemente dejar esos campos para mantener guanacos, pumas y zorros. Prefiriria mil veces que en esa zona la gente que tradicionalmente trabajó en la ganadería obtuviera su sustento. Es cierto, Aisén desde muchos años atrás comenzó a ser codiciada y recuerdo perfectamente bien cuando por allá en los senta y tanto don Carlos Meyer exploraba el Baker para pedir acciones de agua para Endesa.Lo de las represas es como la crónica de una muerte anunciada y hay que luchar para que al menos , Aisén tenga beneficios que vayan más allá de dar empleos transitorios. Sobre la compra de tierra ¡epa! hay que entrar a preocuparse. ¿No habrá en Chile un Soto o un González con plata y quiera invertir en Aisén?. Un abrazo
ResponderEliminarQuerida Pamela: te puedo asegurar que no miento, lo que escribo es lo que escucho y veo.Tu abuela tenía razón, si no entiendes es porque alguien te está mintiendo y ese alguien no soy yo. Un abrazo
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